viernes, 31 de mayo de 2013

Alive

Algo va mal, cuando dependes tanto del veneno como del antídoto para llevar una vida. No hablo de una vida normal, eso ya quedó lejos hace bastante tiempo. Y el miedo, constante. Como la rabia. Hay cosas que no dependen de uno mismo. Y eso no todo el mundo lo entiende. ¿Alegrarte por las buenas temporadas? Sí.  Pero con miedo. Ya me dejaron muy claro que esto iba a ser así durante mucho tiempo. Hasta que mi vida se estabilice. Ja. Vale, le preguntaré a mis hijos. Esos instantes en los que parece que todo se acaba y pierdes el control de todo. No sabes si estás gritando, si te has quedado muda. Ni siquiera si aun respiras. Es como si otra persona actuara por tí. Pero ya está, el veneno acaba haciendo efecto. Poco a poco vuelves a controlar tu violenta respiración, a escuchar nítidamente ese bum-bum a punto de estallar. Es un ciclo, no puedes acabar con algo así, piensas. Los nervios te vuelven de nuevo vulnerable y rompes a llorar. Y al final, te vas quedando dormida, mientras ella te coge la mano y te promete que no dejará que te pase nada...

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