lunes, 1 de abril de 2013

On fire

Ya no podemos subirnos a gritar a esa azotea. Prometimos no dejar que el mundo nos destrozara. Otra promesa inabarcable más de crías de 18. Y cada noche de borrachera acababa saliendo lo peor. Todos nuestros miedos, descalzas por ese césped con los tacones en la mano y lágrimas ensuciando nuestra cara con rimmel. No entendíamos nada, sólo intentábamos hacer las cosas bien y no hacían más que torcerse. Nosotras, que nos merecíamos cada puta estrella de ahí arriba...

2 comentarios:

  1. Qué extraordinaria la sensibilidad con la que expresas sentimientos tan íntimos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Vi tu comentario hace un par de días, qué desastre...pero muchas gracias, se agradece que alguien entienda más allá de unas palabras sueltas en un blog ;)

      Eliminar