miércoles, 13 de marzo de 2013

Hoy por ti

Ese maldito laberinto en el que sin saber cómo te vas adentrando, cuando sólo eres capaz de ver la parte negativa de todo, y empiezas a cuestionar cada pequeño detalle, dudas de la gente que tienes alrededor, pierdes confianza, pierdes las ganas, donde cada vez hay menos luz...y ella se metió hasta el fondo. Allí, tumbada sobre el césped, todos los días eran iguales y las noches, demasiado largas. Sólo quería dormir eternamente, no sentir nada.

Había gente cercana a ella que sabía dónde se había metido. Algunos se acercaban al laberinto y le gritaban desde fuera las instrucciones sobre cómo salir. Ella escuchaba vagamente, sin inmutarse. Tenía los ojos hinchados de llorar y tampoco quería que nadie la viera en esas condiciones.

Cada día más desesperante. Se empezaba a acomodar en ese lugar hostil. Donde no había esperanza de nada, pero tampoco sufrimiento. La sorpresa llegó cuando una chica de su entorno le echó la valentía necesaria como para meterse en el laberinto y perderse hasta encontrarla. Se juró no salir de allí sin ella. Y lo consiguió. Tirando de ella, como un peso muerto, convenciéndola cada vez que se paraba para continuar y salir.

Cuando salieron, rompieron a llorar, demasiadas emociones concentradas.

-Yo no puedo hacer que las cosas te vayan mejor. No podré evitar que un chico te haga daño, ni que algún familiar enferme, ni que te caigas y te lesiones. Pero lloraremos juntas, te lo juro. Aquí hay vida, pasan cosas. Y al final, todo tiene su sentido...

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