domingo, 19 de febrero de 2012

Como tú sabes

Yo soy muy de dramas. Pero a veces no toca. Y esta es una de esas partidas que se abandona sin terminar. Sin mostrar todas tus cartas. Como si cuando aceptaste el desafío hubieras firmado un contrato que abocaba el desenlace a un fracaso inevitable. Y claro, ante situaciones irreversibles (o así consideradas por tu parte) es una pérdida de tiempo y esfuerzo. Esfuerzo, cansancio extremo y términos de ese palo llevan retumbando en tu cabeza muchos meses. Piensas en el año pasado y sólo sientes asco. Sabes que eso no fue un año, fue un huracán que aun sigue arrastrando consigo parte de tu vida. Siempre vienen bien apoyos, pilares que te aporten la estabilidad suficiente, al menos, para mantenerte. Pero las críticas son gratuitas y es imposible la total inmunidad ante ellas y el desgaste que implican. Los comentarios intencionados, los prejuicios, todo vale. Y yo lejos de querer criticarte doy un golpe en la mesa para que reacciones de una vez, para que dejes de dar vueltas en la cama y en tu mente. Para que recuperes poco a poco esos trozos en los que ha quedado tu autoestima. Y sobre todo, para que te levantes y seas consciente de lo alto que puedes llegar. Porque ellos no te conocen. Ni la décima parte de lo que creen.

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